La Amatista refleja un rayo púrpura, es decir uno de los color del
tercer ojo. Se trata del color que contemplamos a veces al anochecer, cuando la
luz del día cede ante la oscuridad. Simboliza el paso de la conciencia del
estado normal de vigilia al estado de percepción alternativa. Cuando vivimos
estos instantes misteriosos en que se transforman las energía, el rayo amatista
repercute sobre la esencia mágica y la capacidad de pasar de una realidad a
otra.
La Amatista es una
piedra idónea para la meditación, y ya que el color amatista es una de las
vibraciones mayores del tercer ojo, una piedra amatista colocada directamente
en esta zona, estando la persona tumbada boca arriba, facilita el estado
meditativo. La suave persuasión de la Amatista calma el proceso del pensamiento
circunstancial, infundiendo serenidad. La Amatista aparta la conciencia del
egoísmo, inculcando a la mente un conocimiento más profundo de la realidad. La
mente se rinde y se desvanece. La energía de la Amatista enseña la humildad
necesaria para alcanzar estados mentales superiores. La paz y la serenidad
interior que ella proporciona nos sume en un océano de silencio donde la
actividad mental constante es sustituida por la calma. Muestra a la mente cómo
rendirse en el altar del "yo". Si no das ese paso, te quedarás en la
frontera del reino de la sabiduría. Tan sólo cuando la mente entiende que
existe algo más allá del yo ... que su percepción es limitada ... y que los
sentidos solo abarcan una ínfima parte de la verdad, puede uno intuir el
significado real de la vida y el ser. Hay que desaprender lo aprendido para
entender la realidad. La Amatista nos dice: "relájate y confía".
Debido a su efecto calmante sobre la mente, la Amatista sirve para
estados mentales de estrés o confusión. Es una de las mejores piedras
para tratar las jaquecas y las tensiones ya que suavizan las ansiedades
mentales que provocan tales estados. La Amatista púrpura tiene algún matiz azul
y rojo. El color azul aporta la paz a la energía de acción roja. Por
consiguiente, es positiva para las personas que tengan una fuerte personalidad
o mal genio (energías rojas). La Amatista restablece el equilibrio mental. Es
especialmente útil si se padecen pesadilla crónicas. Antes de
acostarse, mantén una Amatista contra la frente y prográmala para
que guíe la mente a través del sueño. A continuación ponla debajo de
tu almohada y duerme tranquilo. Si durante la meditación sostienes algún
cristal o una pequeña drusa de Amatista en la mano izquierda (con el extremo
apuntado hacia el brazo), la energía de la Amatista fluirá hacia el cuerpo. Con
esta técnica se relaja el sistema físico, y se vuelve uno más vulnerable y
sensible a las experiencias meditativas. Las grandes drusas de Amatistas son
ideales para los altares de meditación, para fijar en ellas la concentración.
La mente ejercita mediante estas meditaciones su habilidad para concentrarse y
serenarse, mientras la atención sigue fijándose en el mundo objetivo.
Su color oscila
entre el púrpura oscuro y el blanco casi transparente con un leve matiz
púrpura. Habitualmente cuanto más oscuras o más transparentes más valiosas
y más caras.
Vive con una
Amatista y notarás sus vibraciones, tu casa, tu habitación y sobre todo
tú, estaréis menos crispados. Pruébala y me cuentas.
* Texto: Katrina Raphaell / La
Iluminación por los Cristales